En el siglo XXI, el mundo está presenciando cambios en las economías de los países. Los nuevos emergentes de la economía, se están constituyendo en importantes consumidores de alimentos y allí nuestro país tiene una excelente oportunidad, dadas las características de nuestra economía.
Debemos, entonces, prestar mucha atención a esta nueva situación que nos abre una verdadera oportunidad que no debemos dejar pasar, máxime que el sistema productivo de alimentos en nuestro país ha demostrado una verdadera capacidad tecnológica, por lo que contamos con las herramientas necesarias para enfrentar el desafío.
Para ganar nuevos mercados internacionales, los productores están cada vez mas obligados a lograr calidad, certificarlas y estar, de ese modo a la altura de lo que exigen los consumidores, en lo que se ha dado en llamar lograr la excelencia.
Las nuevas exigencias de los consumidores, obligan a garantizar la inocuidad de los alimentos,condiciones de respeto medioambiental de la producción y aspectos éticos, sociales y sanitarios de los empleados.En un mercado con cada vez mas oferta, las certificaciones agregan un valor extra que hace la diferencia.
La aplicación de normas internacionales de calidad e inocuidad de los alimentos ha recorrido un camino ascendente en nuestro país y hoy mas del 60 % de las exportaciones del complejo agroalimentario argentino están alcanzadas por los condicionamientos normativos internacionales.
El sistema utilizado por nuestro país a traves del organismo de aplicación que es el SENASA son las normativas HACCP.
En las dos últimas décadas han ocurrido una serie de crisis alimentarias que han puesto en alerta a los consumidores y a raìz de ello se han profundizado las exigencias con nuevas normativas, que además de la calidad e inocuidad tienen en cuenta aspectos mas exigentes en cuanto al cuidado del medio ambiente, el bienestar animal y el bienestar de las personas involucradas en todas las etapas, desde la producción hasta la comercialización del producto final.
Estas nuevas normativas, como por ejemplo la Globalgap, sumadas a muchas originadas en cadenas compradoras de alimentos en forma puntual, requieren una exaustiva revisión de nuestras reglas en la materia para adaptarlas a las exigencias cada día mayores de nuestros compradores.
Debemos, por lo tanto, enfrentar este nuevo desafío, y, quizás, proponer ponernos al frente de los países llamados a alimentar a la humanidad como el nuestro. Esto requiere capacidad tecnica, inversión y una visión a mediano y largo plazo para adelantarse a los tiempos que se vienen, es decir estar a la altura de lo que se llama “la modernidad”.
*Por Gustavo Guesca Perez
jueves, 7 de octubre de 2010
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